Distintos espacios en la vida cotidiana se están transformando de cara a las condiciones que impuso la crisis sanitaria por el COVID-19.

Esta coyuntura por la que atraviesan nuestras ciudades marca la nueva tendencia con que operarán en el marco de la nueva normalidad.

Existen señales claras para que esto suceda, dado que la crisis sanitaria continuará durante un largo tiempo y se pronostica que 30% de las personas que trabajaban en una oficina, no volverán a sus espacios de trabajo.

La diferencia entre el pasado y el presente son las soluciones que permitan atender los retos ambientales, sociales y económicos en las oficinas, el comercio, la vivienda, los hospitales y las escuelas.

La señal más clara hasta ahora es la llegada de las pequeñas comunidades (twenty – minute walking distance communities) con las cuales se podrá transformar la dinámica antigua marcada por el tráfico en las ciudades, las condiciones del medio ambiente y las grandes concentraciones, a una que vigile el bienestar, distanciamiento y nuevas funciones de los espacios.

Es un cambio total en el que debe existir un cambio responsable a lo que durante años fue voluntario, apenas tocado por las tendencias globales hacia la sustentabilidad y bienestar.

Y no sólo eso. Los espacios del futuro inmediato deben ser multifuncionales, caminables, con edificios de viviendas flexibles que hagan factible tomar las actividades que actualmente se realizan en espacios externos al hogar.

El distanciamiento aceleró la búsqueda de espacios seguros y libres de contagios, pero también interiores habitacionales que dispongan de ventilación natural, una tercera recámara que funcione como oficina, espacios flexibles adaptables y con un aislamiento de sonido, entre otros aspectos.